ADONDE ORIGINALS

Emprendedores con Luis von Ahn

JOSÉ ANDRÉS Y WORLD CENTRAL KITCHEN

Una visión que va un poco más allá

José Andrés es uno de los chefs más reconocidos del mundo. Es un empresario exitoso con decenas de restaurantes en todo el mundo. Pero para él, su triunfo más importante se encuentra en otro lado: en una organización que ha logrado alimentar a cientos de miles de personas en medio de situaciones de crisis. En este episodio, conoceremos la historia de cómo José Andrés fundó World Central Kitchen gracias a una decisión clave para todo emprendedor: la de ir un poco más allá que el resto.

Episode 8 cover art - illustration of Jose smiling

CONTENIDO EXTRA

NOTAS DEL EPISODIO

Durante el último año, World Central Kitchen ha apoyado damnificados del terremoto en Haiti, la ola de COVID-19 en India, la inundación en Alemania y el colapso del edificio Champlain Towers South en Miami. Aquí pueden encontrar más información sobre Restaurants for the People (programa para enfrentar la crisis de la pandemia COVID-19) y la Escuela de Chefs

En esta columna de New York Times, Andrés explica su propuesta de crear un “Secretario de la comida” en Estados Unidos. 

TÉRMINOS QUE QUIZÁS NO CONOCÍAS:

Tozudo: Que se mantiene firme o inamovible en su actitud, aunque se le den razones en contra.

Chairman: Una persona de alto cargo elegida por la mesa de directivos de una empresa, esta persona es responsable de presidir las reuniones, dirigir la agenda y construir consensos. 

Superdome: El “Superdomo” se le llamó al lugar utilizado como refugio de emergencia para los damnificados del Huracán Katrina en New Orleans en 2005.

José Andrés: Yo digo que la alimentación tiene que ser un tema de seguridad nacional. Hasta que no lo veamos como un tema de seguridad nacional, nunca le vamos a dar la importancia real que se merece. 

Luis von Ahn: José Andrés es uno de los chefs más reconocidos del mundo. A lo largo de su carrera se convirtió en un empresario exitoso, con decenas de restaurantes. Pero todo eso pasa a un segundo plano cuando recuerda la devastación que ocurrió en Nueva Orleans en el año 2005 por el paso del huracán Katrina.

José Andrés: Y en un momento que todos se estaban escapando de los horrores de Nueva Orleans, no tuvimos un sistema rápido de adaptarnos a la nueva situación y en un lugar tan fácil como hubiera sido el Superdome dar de comer a todo el mundo. Rápida, limpia, eficientemente.

Luis von Ahn: En ese momento, José Andrés se dio cuenta de que más allá de los restaurantes, había una necesidad muy urgente respecto a la comida: el acceso a la alimentación en el medio de una crisis. Y que los profesionales de la cocina podían ayudar con eso.

José Andrés: Me di cuenta de que podíamos estar ahí en emergencias. Que era necesario que estuviéramos. Y me di cuenta de algo maravilloso: que el mundo de la alimentación, el mundo de los cocineros, de las cocineras, de los restaurantes es muy poderoso porque estamos en el mundo entero. Y que si somos capaces de activar ese ejército de dar de comer que somos, podemos llegar a solventar cualquier problema en cualquier situación.

Luis von Ahn: Con esa visión, José Andrés decidió fundar una organización que, con los años, llegaría a entregar más de 50 millones de comidas en todo el mundo. Y todo gracias a una decisión clave para todo emprendedor: ir un poco más allá que el resto.

Soy Luis Von Ahn. Y esto es “Emprendedores”, historias de fundadores de empresas que están cambiando el mundo. Una producción original de Adonde Media. 

En este episodio, José Andrés y World Central Kitchen: Una visión que va un poco más allá.

José Andrés: Yo creo que para mí siempre fue muy importante sentirme el dueño del lugar donde yo estaba, aunque no lo fuera. El intentar hacer las cosas mejor. Aunque por hacerlas mejor, a lo mejor las ganancias no me revirtieran a mi. Pero el orgullo de saber que podíamos hacerlo mejor sí que me ayudaba a mi a mejorar. Y en el proceso intentabas hacer que el lugar en donde tú estás y la gente a tu alrededor también mejorara. 

Luis von Ahn: A lo largo de su carrera, José Andrés se convirtió en una celebridad del mundo de la cocina. Ganó numerosos premios y abrió restaurantes muy famosos en todo el mundo. Pero todo ese éxito nunca le hizo perder de vista sus orígenes, cuando de muy pequeño descubrió el mundo de la cocina de la mano de su padre, en España.

José Andrés: Mi padre siempre le ha apasionado cocinar. Él hacía paellas para 40, 50 personas y donde a mí siempre me ponía a cargo de hacer el fuego, ¿no? Y un día yo quería cocinar y me puse como bastante tozudo. Y mi padre en ese momento me envió fuera. Yo había hecho ya el fuego con la leña y me dijo “Te has puesto como demasiado fuera de control. Cuando acabemos, hablamos”.

Cuando todo el mundo comió, obviamente hizo la paella sin mi, me cogió a un lado y me dijo “Mi hijo, ¿tú quieres cocinar? Pero es que estás haciendo lo más importante. Estás haciendo el fuego, estás controlando el fuego. Controla el fuego. Aprende a hacer el fuego y luego podrás hacer toda la cocina que quieras en tu vida”. Obviamente eso era una gran lección de un padre a un hijo, sin mi padre ser cocinero profesional pero dándosele muy bien, que obviamente ayudaba a un cocinero joven con futuro de cocinero.  

Obviamente cuando mi padre me mete en la escuela de cocina, yo tuve la suerte de que era una escuela privada, tuve la suerte de que era el primer año, tuve la suerte de que no tenían suficientes alumnos y me cogieron más joven. Cuando tenía que tener 18 o 19 para poder ingresar a mí me cogieron prácticamente con 15, 16.

Eso ya me dio a mí un acelerón importante, aunque tampoco me gradué de la escuela de cocina, de hecho yo pasé mucho más tiempo cocinando en restaurantes y en las calles de la vida que en la escuela propia, aunque luego yo soy una persona que me gusta aprender.  

Yo nací en una familia de clase media en España pero yo no vi hambre en España, realmente. Yo me empecé a dar cuenta de que había más hambre fue casi leyendo. Steinbeck, La Perla o Las uvas de la ira. Que había hambre en América y gente pasándolo muy mal, que había hambre en algún país perdido en Latinoamérica, porque Steinbeck a veces no colocaba los sitios de sus historias en un lugar particular y ahí me di cuenta que realmente había esas desigualdades. 

Yo eso casi lo vi reflejado cuando ya hago el servicio militar, salgo de España, salgo de Europa por primera vez y visito África y visito Latinoamérica, el Caribe, Brasil, República Dominicana. Y ahí es cuando empiezo a ver en las favelas de Río de Janeiro, en las afueras de Abidjan, en Costa de Marfil. Y eso empieza un poquito a crear en mí el querer hacer algo más, ¿no? 

Ya mis padres, que habían sido enfermeros, que yo veía que siempre ellos hacían más de lo necesario, muchas veces trabajaban más tiempo de las horas por las que eran contratados o pagados por ayudarle a leerle un libro a un niño, sacar a una persona mayor a pasear.

Esa empatía que existe en el mundo y donde prácticamente cada ser humano tiene sus momentos maravillosos, donde da más de lo que se puede esperar de ellos, aún cuando nadie esté mirando. Significa que lo hacen porque realmente creen que es lo correcto.  

Entonces, esa influencia de mis padres, eso que vi por el mundo, lo que leí… A mí, sobretodo, me marcó mucho cuando llego a Washington y conozco a un señor, Robert Egger, que él funda una organización hace 35 años que se llama DC Central Kitchen. Yo llego ahí como un chico de 23. 

Y ahí es cuando yo puedo decir que realmente, aunque yo ya había hecho de voluntario en la Cruz Roja de joven en España, en otros temas, ahí es cuando yo realmente pues veo que mi profesión, la cocina, el poder que tengo de dar de comer a los pocos, y como yo, cualquier cocinero en el mundo. Que ese mismo talento, ese mismo conocimiento, lo puedes utilizar para dar de comer a los muchos.

Y me empiezo a dar cuenta que sin la gente que da de comer totalmente involucrada, es muy difícil decir que vamos a acabar con el hambre. O sea, si vas a acabar con el hambre, más vale que te traigas a los cocineros del mundo y sobre todo a las cocineras, que si en el planeta Tierra alguien da de comer a las 7000 millones de personas que vivimos en él, al final del día a las personas que dan de comer son las mujeres. Y hay que hacer mucho más para apoyarlas más en esa misión imposible de dar de comer al planeta Tierra y donde muchas veces no se lo agradecemos.

Con Robert Egger yo aprendo de que la comida puede ser el comienzo de un mañana mejor. Y que la gente lo que quiere es nuestro respeto, eh? No quieren nuestra limosna, quieren respeto. Y la manera de darle respeto en DC Central Kitchen era, cuando salía gente de la cárcel, cuando había indigentes, los traíamos, desde Central Kitchen les buscábamos un sitio para vivir. Se les intentaba, obviamente antes de empezar, a limpiar de drogas o de alcohol a través de programas, que eso sucedía durante semanas o meses anteriores, a luego llegar a la cocina y enseñarles a cocinar.

En el proceso de enseñarles a cocinar traíamos alimentos que muchas veces iban a ser simplemente lanzados a la basura, verduras y demás. Lo típico que no se puede vender en un supermercado y acaba siempre en un montón a las afueras de la ciudad, tirado, y es alimento que puedes estar alimentando a la gente y que es perfectamente bueno para estar haciendo platos como hizo mi madre toda su vida, con el tomate que se ponía un poco blando hacía salsa de tomate. Y con el pan que se quedaba seco hacía pan rallado para las croquetas. 

DC Central Kitchen empieza a hacer eso. A hacer que no haya ningún alimento que acabe lanzándose a la basura. Y en el proceso capacitar a esos indigentes y a esas personas saliendo de la cárcel sin mucha oportunidad de un trabajo, les enseñábamos a ser cocineros, en el proceso alimentábamos a diez mil personas al día en Washington.

Yo estuve ahí de voluntario, yo estuve ahí muy involucrado y pasé por diferentes fases. Llegué a ser el chairman de la organización. Y Robert Egger a mí me dijo que parecía que la filantropía parecía que estaba basada en que el donante se sintiera bien, cuando la filantropía tendría que ser en liberar al que recibía la ayuda. Está bien que nos sintamos bien y está bien que nos sintamos orgullosos. Pero es muy importante que cuando donamos tiempo o dinero liberemos a la persona que queremos ayudar. Si no, el problema perdura en el espacio y tiempo.

Y esta enseñanza de Robert Egger es lo que me dio a mí el ver de que esto tenía que llevarlo más allá y sobre todo en emergencias y sobre todo después de huracanes.

Luis von Ahn: José Andrés descubrió un lado completamente distinto de lo que significa cocinar y de la posibilidad que tenía en sus manos de transformar el mundo con la comida.

A continuación, vamos a conocer cómo decide seguir adelante con esa visión a través de la creación de World Central Kitchen, una organización para asistir con comida en medio de las crisis humanitarias.

José Andrés: En un momento que todos se estaban escapando de los horrores de Nueva Orleans, no tuvimos un sistema rápido de adaptarnos a la nueva situación y en un lugar tan fácil como hubiera sido el Superdome dar de comer a todo el mundo. Rápida, limpia, eficientemente. Yo ahí no aparecí, yo era muy, todavía más joven y no es que yo me pudiera escapar de mi trabajo cuando quisiera. Pero eso se fue plantando en mi cabeza, ¿no? De decir “uf!”.

Luis von Ahn: Cuando parte de la ciudad de Nueva Orleans se inundó debido al paso del huracán Katrina en el 2005, miles de personas se refugiaron en el Louisiana Superdome, un estadio deportivo. La respuesta de ayuda fue lenta y desorganizada, por lo que aproximadamente 30 mil personas pasaron días sin agua ni comida. Al igual que muchas otras personas, José Andrés nunca olvidó esas imágenes que vió en los programas de noticias. Y es por eso que, en el año 2011, tras conocerse la noticia de un fuerte terremoto en Haití, decidió hacer algo para ayudar.

José Andrés: Lo que no hice por quedarme en la comodidad de mi hogar en Katrina es lo que me hizo que un día, cuando Haití sucede, Puerto Príncipe, hace ya 11 años, casi 12, decido volar a República Dominicana, cruzo en coche la frontera, me junto con tres amigos, dos amigos más: Uno periodista y otro, un maravilloso loco que es un experto en cocinas solares. Y ahí llego y nos ponemos a cocinar en un campamento.

Y empecé a ver cómo realmente lo único que tenías que hacer es no mirar por la televisión las imágenes de lo que pasaba, pero estar presente al lado de la gente que lo necesitaba.

Y ahí es donde me di cuenta que una organización como World Central Kitchen era necesaria. Y ahí es cuando la fundamos mi mujer y yo y con mi socio Robin. Y a lo mejor ha sido la mejor inversión que hemos hecho en nuestra vida, porque quién nos iba a decir que tantos años después hemos llegado a lo que somos.

World Central Kitchen es una cosa que surge de las ganas que todos tenemos de hacer algo más allá del mundo en el que vivimos, ¿no?. Me di cuenta de que podíamos estar ahí en emergencias. Que era necesario que estuviéramos, y me di cuenta de algo maravilloso: que el mundo de la alimentación, el mundo de los cocineros, de las cocineras, de los restaurantes es muy poderoso porque estamos en el mundo entero. Y que si somos capaces de activar ese ejército de dar de comer que somos, podemos llegar a solventar cualquier problema en cualquier situación. 

Muy orgulloso de que ahora mi organización podemos responder en tantos lugares a la vez de una forma rápida, eficiente, muy económica comparado a otras organizaciones y muy resolutiva, no? No nos dedicamos a reuniones sin sentido. En mitad de la emergencia hemos respondido a las emergencias. Y a día de hoy esa teoría se está probando cada vez más cierta.

Hemos estado dando de comer en mitad de huracanes, de incendios, de explosiones, de tornados, de volcanes. 

La nevada de Tejas y la nevada de Madrid. La explosión de Beirut y el volcán de Saint Vincent. Los destrozos de IOTA y ETA en Honduras, Guatemala y Colombia y los incendios de California. Y el terremoto de Indonesia.

En Beirut, 12 horas después de la explosión que arrasó esa bella ciudad, en 12 horas ya estábamos dando diez mil comidas al día. En 24 ya estábamos en 20 mil comidas al día. Yo aterricé creo a las 48 horas y ya estábamos como, parecía que llevábamos allí ya toda la vida. 

Nos unimos con 10 restaurantes maravillosos, restauradores y cocineros y cocineras y pudimos rápidamente evitar que el dar de comer se convirtiera en un problema. Los bomberos, los servicios de emergencia, los servicios sanitarios, los muchos de los voluntarios, el que necesitaba un plato de comida allí lo tenía y que allí estábamos antes de que se dieran cuenta.

En esta pandemia solamente 50 millones de comidas servidas. Hemos estado dando de comer a cientos de hospitales. Hemos llegado a estar haciendo 300 mil comidas al día.

Yo digo que la alimentación tiene que ser un tema de seguridad nacional. Hasta que no lo veamos como un tema de seguridad nacional, nunca le vamos a dar la importancia real que se merece. La energía más importante que hay en el planeta Tierra no puede ser la energía que mueve mi coche o calienta mi casa. Por supuesto que es importante, pero la energía más importante que hay en el planeta Tierra es la energía que nos alimenta a los humanos. Si no lo vemos así, estamos perdiendo el norte de las cosas.

Al final, como puedes ver, si realmente queremos, tenemos que dejar de estar ciegos y ver que cómo producimos y cómo alimentamos a la humanidad puede ser parte de los problemas que tengamos en el futuro o pueden ser parte de la solución a las muchas situaciones en las que estamos viviendo. La alimentación tiene que dejar de ser parte del problema y se tiene que convertir en la solución de muchas de las cosas que están sucediendo en el mundo.

Luis von Ahn: Al día de hoy, World Central Kitchen ha entregado más de 50 millones de comidas en más de 10 países ayudando en desastres naturales y otras crisis, gracias al financiamiento de individuos, fundaciones y empresas.

La lección más valiosa que José Andrés aprendió a lo largo de su carrera, tiene que ver con el impulso que existe detrás de cualquier emprendedor.

José Andrés: Que le pongáis todo lo que tengáis dentro de vosotros y entonces un poquito más. Al final te va a llevar el mismo trabajo solventar un problema que puede acabar con el hambre en el mundo que si solamente quieres dedicarte a hacer, no sé, la mermelada de tu madre. Casi, casi el tiempo es el mismo porque para todo vas a tener que hacer un business plan, para todo vas a tener que buscar inversionistas, pues yo te diría que entonces pienses a lo más grande, a cuánta gente le puedes cambiar la vida con lo que haces.

Hay que soñar bien alto y sobretodo cuando es para intentar solventar problemas que la humanidad va a tener ya en el presente y que a lo mejor con vuestra idea podéis ayudar a que todos acabemos con el hambre en el mundo y a que a la humanidad le vaya mucho mejor. 

Luis von Ahn: Esto fue “Emprendedores”, historias de fundadores de empresas que están cambiando el mundo. Una producción original de Adonde Media.

Puedes encontrar material adicional sobre José Andrés, World Central Kitchen y una lista de los términos importantes que se mencionaron en este episodio ingresando a adondemedia.com/emprendedores.

Este es el último episodio de la temporada. Quiero agradecer a todas las personas que nos contaron sus historias y que nos inspiraron a hacer una diferencia en el mundo. Gracias también a todos ustedes, que escucharon el podcast. Recuerden que lograr un cambio no es sencillo, pero es posible y realmente vale la pena. 

Este episodio fue producido por Laura Ubaté.

El guión fue escrito por Mariano Pagella.

La mezcla de sonido fue de David De Luca y Mariano Pagella.

Catalina May realizó el asesoramiento editorial.

La masterización fue de Juan Pablo Culasso.

Martina Castro es la productora ejecutiva.

Puedes encontrar todos los episodios de Emprendedores en adondemedia.com/emprendedores o en tu aplicación de podcast favorita.

Yo soy Luis Von Ahn. Gracias por escuchar.

Equipo de producción

Conozca a los productores, editores, diseñadores de sonido y más que trabajan con nosotros para dar vida a este podcast.

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Martina Castro

Fundadora & CEO

Los Ángeles, EE.UU

Mariano Pagella

Editor

Buenos Aires, Argentina

Laura Ubaté

Productora

Bogotá, Colombia

Catalina May

Editora asociada

Santiago, Chile

Martin Cruz

Supervisor de sonido

Santiago, Chile

Juan Pablo Culasso

Ingeniero

Bogotá, Colombia